lunes, 18 de junio de 2012

Pequeña arenga


Psicophanta

Los psicophantas son tan reales como lo son nuestros pensamientos. Su aparición en la litertura se debe a la ardua e injustamente ignorada tarea del filatelista inglés Eric Shawlongser. Se dice que un día escuchó un ruido a papeleo inquieto en la soledad de su casa ( en la soledad de toda su vida), pero al buscar la fuente de los sonidos, no encontró nada. Volvió a las estampillas de siempre ( las pegaba en un gran álbum al volver del trabajo, y las despegaba muy temprano a la mañana antes de ir al trabajo.).No tuvo, por meses, más que el sonido sordo de caída de sillas y pasos apurados. Pronto descubró que el sonido provenenía de su cabeza. Pequeños seres lo castigaban diariamente con obsesiones prolijas, y era su trabajo el que escuchaba. Comprendió que los psicophantas( a Eric debemos su nombre) eran los burócratas que en su mente tejian su caraceter. Habían estado siempre allí, habían crecido con él-aunque a mayor velocidad-. Creyó Mr Shawlongser encontrarse ante una revelación y se comparó con Juana de Arco y evitó las iglesias desde ese momento. Mas tarde asoció los ruidos con cierta actividad intensa y esta actividad intensa con un pensamiento al que seguía, inexorable una acción. Creyó entonces que aquellas acciones que lo angustiaban desde siempre y que no podía evitar realizar serían frenadas por este ejército de oficinistas pálidos, creyó que los escuchaba tratando de solucionar esos problemas y se ilusionó. Pero no fue así. Poco tardó en darse cuenta que los psicophantas han estado allí en todos los cerebros y en todos los tiempos y que escriben los papeles más absurdos de lo que hacemos hasta la muerte. Los empezó a oir en sus compañeros de oficina, y descubró gran variedad de ellos: la mayoría obligaban o parecían exhortar a sus portadores a efectuar mecánicamente actividades grises que desearían no hacer. Cuando el Mr Shawlongser indagó más y más ( pronto no tuvo más actividad que esta) descubrió también psicophantas hacedores de orgullos, otros que llenaban diariamente largas listas de lamentos , listas que impedían a a los portadores dejar de sufrir, otros que deseaban a la mujer del prójimo y más tarde reprobaban este accionar. Había algunos que trazaban complicados mapas de fracasos y muy pocos escuchó en las perzonas felices y en los idiotas. Cuando Shawlongser indagaba a estas personas oía como justificaban sus desventuras y se arrojaban a su destino. Cierta vez creyó oir en uno de estos relatos una segunda voz, mas fina irritante e impersonal que repetía en eco lo que la señora Gordon le contaba acerca de su miedo a operarse de la vejiga. Shawlongser tenía buen oído. Más tarde otros, continuadores de la investigación, atribuyeron esta extremada fuerza auditiva a un error burocrático: a ,los propìos psicophantas, que son muchos, grises, sin boca y con un ojo más grande que el otro, según se sabe.
Eric Shawlongser tenía buen oido pero no buen tino. Murió una mañana de febrero cuando perforó su cráneo con un gran sacabocados. Las pequeñas pinzas y los frascos de cloroformo hallados dieciséis días despues, cuando encontrraron su cadaver, permiten deducir que quiso sacarse uno de los psicophantas del cerebro. Ellos no lo permitieron.
Los datos aquí consignados pertenecen a un libro- folletín escrito con pésima prosa cuyo título es "Domine a los psicophantas y piense por ud mismo: seis técnicas para oirlos antes que actúen y un atlas de su cerebro". El libro nunca se editó.

Correr con el veneno adentro


Embrión de taszas


Bodegón

en proceso....malas excusas la inconstancia y ausencia

Una ciudad


Una idea distinta


Autoagresión