martes, 26 de marzo de 2013

REMEDIOS LA BELLA (Un minuto de lectura)

Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa. 

   -¿Te sientes mal? -le preguntó.

   Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima. 

   -Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.

   Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.


(Cien años de Soledad; Gabriel García Márquez)

domingo, 24 de marzo de 2013

Alejandra Pizarnik: hija del viento

El primer poema de Pizarnik que leí fue Hijas del viento, y después no pude escapar. En este modesto retrato, grandes ojos de una mente especial, su relación con  el animal y la noche.


Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

(Hijas del Viento; A P)


jueves, 14 de marzo de 2013

Mujer, Teta y Árbol

ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.


Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in-
genuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.

en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
(Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik, fragmento)

sábado, 9 de marzo de 2013

Hombres con embudos en la cabeza

El embudo en la cabeza, es signo de estupidez o de locura, dicen. Yo sólo juro que salió del pincel.

jueves, 7 de marzo de 2013

Imagen de un Sueño

Desde el otro lado de su muro, vienen a decirnos los sueños lo que hoy queremos ver, aunque todavía no podamos. En la memoria se guardan imagenes y las ideas infinítamente más complejas que las acompañan. Luego, cuando entramos en el sueño desconocidos y manipuladores pero eficaces artistas  nos muestran una criatura con significado. Son hoy trivialidades, mañana la perfecta síntesis de lo que pensamos de la vecina de arriba.
Esta noche trajo a la orilla, un parásito de tres cabezas que salía, desafiante y quizás enojado porque la mano derecha lo sacaba de las venas de la siniestra.
Psicoanalistas, analicen por favor.

AUTORRETRATO

Los monos de Nikko: Mizaru, Iwazaru y Kikazaru, ahora hablan, ven y escuchan