Remedios,
la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces
a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus
baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos
y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que
Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante,
y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado,
cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada
por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le
preguntó.
Remedios, la bella, que tenía
agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me
he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando
Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó
las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud.
Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines
y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante
en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi
ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza
de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced
de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós
con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían
con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias,
y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro
de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde
no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la
memoria.
(Cien años de Soledad; Gabriel García Márquez)
martes, 26 de marzo de 2013
domingo, 24 de marzo de 2013
Alejandra Pizarnik: hija del viento
El primer poema de Pizarnik que leí fue Hijas del viento, y después no pude escapar. En este modesto retrato, grandes ojos de una mente especial, su relación con el animal y la noche.
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
(Hijas del Viento; A P)
jueves, 14 de marzo de 2013
Mujer, Teta y Árbol
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in-
genuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
(Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik, fragmento)
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in-
genuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
(Árbol de Diana, Alejandra Pizarnik, fragmento)
sábado, 9 de marzo de 2013
Hombres con embudos en la cabeza
El embudo en la cabeza, es signo de estupidez o de locura, dicen. Yo sólo juro que salió del pincel.
jueves, 7 de marzo de 2013
Imagen de un Sueño
Desde el otro lado de su muro, vienen a decirnos los sueños lo que hoy queremos ver, aunque todavía no podamos. En la memoria se guardan imagenes y las ideas infinítamente más complejas que las acompañan. Luego, cuando entramos en el sueño desconocidos y manipuladores pero eficaces artistas nos muestran una criatura con significado. Son hoy trivialidades, mañana la perfecta síntesis de lo que pensamos de la vecina de arriba.
Esta noche trajo a la orilla, un parásito de tres cabezas que salía, desafiante y quizás enojado porque la mano derecha lo sacaba de las venas de la siniestra.
Psicoanalistas, analicen por favor.
Esta noche trajo a la orilla, un parásito de tres cabezas que salía, desafiante y quizás enojado porque la mano derecha lo sacaba de las venas de la siniestra.
Psicoanalistas, analicen por favor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)