Dicen que para escribir, sólo se necesita tener algo que decir, y decirlo, que para tocar el órgano- dicen que decía Bach- sólo se debe poner el dedo indicado, en la tecla indicada, en el momento indicado. Claro, esto es totalmente cierto si uno es Bach. Pero uno casi nunca lo es. El célebre psicologo Dam Young, escuchó decir una vez que dibujar se trata de resolver problemas. Al parecer, oyó de uno de sus pacientes, la siguiente idea. Cuando dibujo, ejercitos internos se callan dentro de mí. Resuelvo problemas que bajan a la pluma, y sin saber como, los resuelvo. De un punto en la hoja, se desprende una línea que se retuerce, y que es libre. Ocurre ( pero no siempre) que pequeñas voces me atan a rigores que traban la madeja de tinta que la pluma desenreda. Pero a veces me olvido, y lo veo, o mejor, lo siento. Entonces La pluma muestra hábilmente, mejor que cualquier otro medio, lo que ocurre más ariba de ella, en mi cabeza. Cuando se callan los ejércitos de corregidores, los buscadores de estilo, los que gustan de vender cosas conocidas, ahi sale todo a la luz.... una idea que tampoco entiendo, que no siempre está bien dibujada, pero que me hace feliz".
Para dibujar, no se necesita tener nada que decir, ni ubicar los dedos de un modo muy especial. Y hay que aclarar rápidamente que dependerá de lo que se quiera dibujar, por supuesto: cuanto más cercano a la realidad es lo que se dibuja, más percia debe tener el dibujante. Pero si uno quiere, puede soltar la mano, y contará una historia, un dibujo, que quizá no sea bello, ni muy parecido a su
perro, pero que si es honesto, vale la pena. Uno nunca sabe en que hoja encontrará un dibujo honesto, propio o ajeno, que traduzca en líneas algo que transcurre en su cabeza. Dibujantes, dibujen.